No sería la primera vez que algún buscador de experiencias exóticas termina convertido en “menú caníbal”
Hace muchos años, cuando los recién casados se iban de luna de miel, solían irse a destinos nacionales (como las Islas Canarias, por ejemplo). Y tan contentos. Hoy día, si no te vas a un país exótico (cuanto más lejano y diferente sea, mejor), no eres nadie. Huelga decir que hay una importante diferencia monetaria entre una luna de miel en Indonesia y otra en Lanzarote, p.e. Pero no es lo mismo martirizar a nuestras amistades con un álbum de fotos en las que aparezcamos rodeados de jungla y templos orientales, que fotos donde paseamos por playas calorras.
A propósito de esto, voy a hacer una especie de resumen muy breve de unas reflexiones que hacen en el libro “Rebelarse vende” (libro cuya lectura recomiendo) sobre el turismo exótico :
El turismo exótico no es más que otra forma de consumismo “cool”, en la medida en que este tipo de viajes se han convertido en una cruzada para encontrar lo “auténtico” a través del exotismo. Al igual que sucede con lo “cool”, la “auténtica experiencia de viajar” es un bien posicional…un bien cuyo valor disminuye a medida que aumenta su popularidad. Dicho de otra manera…en cuanto te encuentras a un buen número de occidentales en tu destino, se acabó lo exótico, y por lo tanto, ese factor distintivo. Un ejemplo muy evidente sería el monte Everest, que se ha convertido en una competición de domingueros de todas las nacionalidades a la caza y captura de experiencias “auténticas”. Esta competitividad para descubrir este tipo de localizaciones turísticas tiene la misma estructura que el consumismo “cool”, y el proceso sería el siguiente :
– Los buscadores del exotismo contactan con los habitantes de un sitio aún no conocido y se entusiasman con su vida y costumbres (la falta de comodidades modernas y las barreras culturales no son inconveniente, sino todo lo contrario)
– Los lugareños se adaptan a la presencia de occidentales y aprenden a crear una infraestructura turística para atraer a más de ellos.
– Llegan más visitantes al área, y ésta se vuelve menos exótica, más masificada y más turística.
– Los primeros descubridores descubren horrorizados en lo que se ha convertido la zona y se marchan a otras tierras que sí cumplan los requerimientos de “exotismo” y “autenticidad” necesarios. Estos rebeldes contraculturales se han convertido sin saberlo en las “tropas de asalto” del turismo masivo.
Y éstas son las reflexiones que quería aportar. Seguro que alguna persona aludida quiere dejar su opinión…¡¡anímense!!